Hoy os traigo un
artículo largo, pero interesante de analizar desde el punto de vista de la psicología del lenguaje, titulado “100 razones por las que
es mejor ser español que no serlo”.
Lo ha escrito
Cristian Campos, periodista al que sigo en Twitter a pesar de sus ataques constantes hacia el independentismo, y no desde la crítica
constructiva precisamente (¿acaso alguien hace eso?), sino desde la provocación y la
ridiculización. Pero me gusta leerlo. Creo que es necesario hacerlo.
Entonces, ¿por qué lo sigues?
Lo sigo porque me
gusta cómo se expresa, con ironía, acidez, lengua pérfida, y sí, provocando, muchas
veces provocando. Me gusta cuando hace esto en temas tales como música o cine.
Claro es, no me gusta tanto cuando emplea estas armas contra aquello que me
identifica. Normal.
Aun así, considero útil el leer a alguien que se posiciona totalmente en contra de tus
ideas. Es una vara de medir de la salud
de tus propias ideas. Cuando una idea hace agua por todas partes, no hace
falta recurrir a falacias o trampas lingüísticas. Se desmonta casi por sí sola, con simples argumentos.
¿Pero qué sucede
cuando alguien nos presenta un argumento sólido, consistente, y que a su vez
nos remueve por dentro e incomoda? Sentimos la necesidad de defendernos, y allí
donde no llegan nuestros contrargumentos, llegarán nuestras ideas “trampa”,
falacias y manipulaciones del lenguaje (ridiculización, parodia,
tergiversación, etc.).
Dicho esto,
echemos un vistazo al artículo anteriormente citado.
El artículo es
poco más que una serie de razones por las que estar orgulloso de ser español.
Una idea a priori respetable, porque no hay nada malo en estar orgulloso de ser
de donde uno es, aunque sea algo atribuido por azar. También por azar nacemos
en nuestra familia y no por ello cuestionamos nuestro afecto hacia ellos.
Algunas de estas
razones son:
La cuestión remarcable del artículo es que no es sólo una serie de razones por las que estar orgullo de ser español. Como he dicho antes, es “poco más”, pero ese poco es notorio y con una intencionalidad muy definida: provocar.
Leamos la primera
razón:
Esa necesidad de
reafirmar a los demás en la condición propia, ¿a qué se debe? ¿Por qué iba a
querer uno que los demás sean como tú? En el origen de esta conducta podemos
hallar: inseguridad, sentimiento de inferioridad, miedo a la diferencia… ¿Qué
más me da a mí lo que quieran ser los valencianos o aragoneses? ¿Quién soy yo
para poner en duda qué sienten?
Esta
contradicción no es casual. Tildar a otros de nacionalistas y considerar lo propio
justificado e incluso necesario es la esencia del nacionalismo extremo o excluyente. La nación propia
(la mía) tiene derecho a estar constituida como Estado y, además, debe eliminar
las diferencias de aquéllos que la componen, a través de la homogeneización de
mis propios rasgos. Las otras naciones que desean un estado propio son
fascistas por querer lo que yo tengo. ¿No es chirriante la idea?
Defender lo propio
comparándose con los demás: inseguridad, debilidad…
De nuevo, cuando
tu mayor argumento es “pero mira qué mal lo hacen otros” es que muchos
argumentos a tu favor no hay.
El primer enlace
es éste: http://e03-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2014/10/24/14141747606969.jpg
El segundo es
éste: http://imgur.com/A03lqFw
Realzar los
propios atributos: reafirmación causada por la inseguridad, deseo de agradar y
de ser reconocido. Además, no es casual que las imágenes presenten a cuerpos
del orden: marcar territorio, inseguridad, miedo a la diferencia, a ser atacado
o agredido…
Evitar la
autocrítica a través de la comparación con otros, de nuevo: inferioridad,
debilidad, autoimagen dañada, necesidad de justificarse…
Y este último
punto es una ironía del autor, presentada como contradicción, para que punce,
incomode, moleste. En realidad, sí cree en su propio nacionalismo, a todas
luces evidente, pero el privilegio de que sea reconocido legalmente le sitúa en
posición ventajosa para hacer gala de él y arremeter contra otros.
El artículo de
Cristian Campos es una lista de razones provocativas, revestidas de seriedad, por las que
sentirse orgulloso de ser español. Pero se nota cómo entre ellas ha situado
estratégicamente afirmaciones contradictorias y que adolecen de falta de autocrítica.
Ha seleccionado, y no por azar, cuestiones que despiertan especial aversión: el
himno, los cuerpos de seguridad, la Transición, el vestir de traje, los chefs,
la prensa del corazón… Ha querido defender lo más atacado y criticado, para reafirmar
su discurso. Ha empleado, a sabiendas, la bipolarización, el marcar distancias
con el otro para defender con más ímpetu sus ideas. Una técnica de márqueting,
por otro lado, muy clásica: escribe algo que moleste a un sector muy concreto.
Ellos mismo se encargarán de difundirlo. Como estoy haciendo yo ahora.
Pero, ¿y lo que se aprende?
Enlace al artículo: http://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20170505/213848615_12.html
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Plasma tus ideas. Plasma. Plasma suena a fantasma. Plasma tus ideas, fantasma.