dijous, 26 de gener del 2017

Tensiones internas y superioridad moral.


 
Hace unas semanas sucedió una de las cosas más interesantes que he visto desde el punto de vista fenomenológico dentro del feminismo en las redes sociales. Para los que no estéis al tanto del suceso, os recomiendo que visitéis la entrada que explica la secuencia de hechos desde la experiencia de una de las co-fundadoras, Jessica Fillol: http://www.jessicafillol.es/2017/01/lo-que-ha-ocurrido-de-verdad-con-locas-del-cono-la-historia-completa-que-nadie-mas-te-va-a-contar/

Voy a señalar los puntos que me resultan de interés:

"Li siempre ha sido la guardiana de las esencias del movimiento transfeminista interseccional, dándonos con la vara cada vez que metía la pata. ¿Que digo que un video me parece “blanco” como sinónimo de blandito? Me llama la atención para que cambie la expresión por otra que no ofenda a la gente de color. ¿Que mando a alguien a tomar por culo? Llega ella y me reprende por usar una expresión homófoba. ¿Que cuelgo un comentario de youtube en el que nos dicen que ayudar con la cena es dictadura hembrista y que lo próximo será amputarles el pene y bebernos su sangre? Allí está Li para advertirme que ponga un aviso (trigger warning) sobre amputar penes y transfobia porque puede ofender sensibilidades. Y así constantemente. Es un trabajo necesario, está bien que alguien avise de estas cosas, pero también es agotadora. Es como tener a la policía del lenguaje todo el santo día observando por encima de mi hombro y multándome cada vez que hago algo mal, que es siempre que abro la boca".

Es de interés porque refleja las tensiones discursivas que hay dentro del feminismo. Hay que reconocerlo: el discurso de base del feminismo es bien sencillo y claro para todos. Sus líneas de actuación… no tanto.

Porque… ¿es racista usar blanco y negro con connotaciones positivas o negativas? ¿Hay una verdadera intención de perjuicio a la hora de emplear esas palabras? ¿La gente realmente visualiza la raza cuando alguien dice “veo todo esto muy negro”? Mi teoría es que no. Que no hay ningún tipo de vínculo entre un concepto y otro, que la gente no asocia de ningún modo la negatividad del color negro con la “raza” negra. Y lo pongo entre comillas porque es un término en desuso.

¿De dónde viene que lo negro esté asociado a lo negativo? Por supuesto, no del color de nadie, sino de la oscuridad. De la ausencia de luz. En todo caso, de la religión. O incluso yendo más allá, del miedo por instinto hacia la ausencia de elementos de referencia que nos permitan desenvolvernos en un entorno seguro. Que este color sea el empleado como término para describir el color de piel de una persona (sea más o menos acertado, porque nadie es “negro negro”) es casual. ¿Deberían ofenderse los heavies también porque el negro sea mal visto? ¿Y lo de humor blanco? Yo no me siento aludido cuando se menciona el color blanco. Es un color. Estaba antes que yo.

Y luego este otro punto:

"Durante este tipo aguantando el chaparrón, yo seguía ocupándome en solitario de la edición de los artículos, y recibiendo broncas de Li por no haber corregido expresiones que no tocaban. “Esto es capacitista”, “esto es tránsfobo”, vale, muy bien, yo no lo veo tan tan tan evidente, pero oye si lo tenéis claro editadlo vosotras. Hasta que un día, en plena tormenta, les aviso que para los próximos días está previsto publicar algunos artículos de los que no estoy del todo convencida (…).
Este post que generó la polémica era un testimonio de una mujer que nos explicaba indignada que el entrenador del equipo de fútbol de su marido había tenido la brillante idea e invitar a todo el equipo a un streaptease como premio por haber ganado la liga. La autora estaba indignada y criticaba al perfil de hombre que considera que las mujeres son “un premio”. Esta postura cabreó a las putas empoderadas y las aliadas pro-sex, que exigieron que el artículo se eliminara de la web y publicáramos una disculpa (…). Yo me negué a que el artículo fuese eliminado de la web, mi postura era (y es) la de abrir el debate, desde el principio Locas del Coño era un espacio plural donde tenían cabida todas las sensibilidades dentro del feminismo, donde estábamos abiertas a publicar argumentos en uno y otro sentido sobre un mismo tema. ¿Por qué no publicar un mismo día un artículo con argumentos abolicionistas y otro sobre la legitimidad del trabajo sexual y la necesidad de regularlo?".

Llevo tiempo observando que hay dos corrientes de metodología a la hora de construir el discurso feminista: una forma más abierta, integradora y autocrítica, y otra que parte de una fuerte superioridad moral de base, que no admite discusiones y percibe cualquier crítica como una confrontación. Este segundo enfoque no es demasiado inteligente, ni siquiera tiene un fin evolutivo. Entiendo que resulte incómodo tener que encajar críticas a tu discurso cuando éstas tienen un origen totalmente ajeno al movimiento, pero cuando provienen de tu mismo marco de referencia, ¿acaso no son aceptables? ¿No es a todas luces positivo recoger diferentes corrientes de opinión y mirar de llegar a un consenso (o no) respecto a un tema en concreto?

El tema es suficientemente complejo como para que nos andemos con cuidado a la hora de dar lecciones a los demás. Sí, es cierto, puede haber un sentimiento de objetificación cuando un hombre decide emplear el cuerpo de una mujer como premio. ¿Pero no iba todo esto de consentimiento? ¿Una relación sexual no es sana cuando no está sometida a presiones? Está mal objetificar constantemente el cuerpo de la mujer, impregnar esa idea en todos los ámbitos, pero esto no tiene que suponer que en ningún momento el hombre pueda desear este tipo de interacción con la mujer, siempre y cuando haya consentimiento y respeto. Objetificar implica anular la voluntad de la otra persona y no tenerla en cuenta. Contratar un servicio de striptease respeta la voluntad de la persona que ofrece sus servicios, en principio. No es tan complicado. Y si hay discusiones, debate, diferentes puntos de vista, la solución es sencilla: que cada uno exprese su idea y que la gente tenga acceso a ambas. Que la gente reciba ambos razonamientos, bien argumentados. 

Por último:

"El artículo y el cederle poder de veto en nuestro espacio a un grupo que me acababa de expulsar a mí me parecía el colmo. Llevaba demasiado tiempo tragando con ideas que no comparto por el consenso, por la concordia. Tragué con no mencionar la palabra “mujer” cuando hablamos de la censura al logo que representa un coño, tragué con que de repente fuésemos transfeministas y pro-trabajo sexual sin que se hubiera consensuado una línea editorial, incluso estaba dispuesta si la mayoría del equipo así lo decidía a borrar el artículo de marras, que ni siquiera era mío".

De nuevo, la superioridad moral.

Sed inteligentes, en ninguna ideología es positivo aplicar un método de acción o discurso totalmente cerrado. Ni en el feminismo, ni en el ecologismo, ni en el independentismo, ni en el socialismo, ni en ningún lugar. Las críticas deben ser tomadas y aceptadas. La diferencia debe ser escuchada. El conocimiento se genera por consenso. Y más cuando proviene de corrientes internas.

divendres, 20 de gener del 2017

¿Qué me cuentas?



Antes de nada, me presento.

Mi nombre es Daniel, tengo 30 años y una carrera universitaria en la mochila. ¿Útil? ¿Provechosa? ¿Me da de comer? Es difícil responder a ello (aunque no debería serlo). De comer no me da, aunque útil, bajo mi punto de vista, sí que ha sido. Provechosa lo es en tanto que considero que ha contribuido a formar mi personalidad, a madurarla. Creo yo que para mejor. Es cierto que siempre quedan aspectos por pulir, pero hasta el momento estoy suficientemente satisfecho. Me dedique o no a trabajar de ello en la vida, el aprendizaje ha sido valioso.

Estudié psicología. Me llevó seis años terminar la carrera. Dos más de lo previsto. De lo previsto por el plan de la carrera, claro. Bueno, y por mí. O no. Yo no tenía nada previsto. Yo simplemente acababa de aterrizar desde el bachillerato y ni siquiera me planteaba cómo aprobar los exámenes. Pensaba que con estudiar siete días antes sería suficiente.

Pero no. Aunque la carrera de psicología no es demasiado complicada, exige estudio. Repaso diario en algunas asignaturas e “hincamiento” severo de codos en otras. Al final, después de unas cuantas tortas y un aprobado “in extremis” en el minuto 90, acabé aprendiendo la lección. Para mitades del segundo año ya había logrado reunir mis esfuerzos y comenzar a aprobar. Primero las sencillas: psicología social, análisis de datos, historia, etc. Luego redoblé esfuerzos y me fui sacando las “complicadillas”, a saber: psicopatología, psicobiología, aprendizaje y motivación, etc.

Mi día a día en la carrera era bastante monótono, previsible, y muy poco socializador. Debo reconocerlo. Nunca fui un universitario de jueves de fiesta, desmadres, bares y birras. No. Yo iba a clase, charlaba un poco con los dos o tres amigos que tenía, atendía (dormía) en clase, sin tomar apenas apuntes, terminaba la clase y me iba para casa. A veces, si el espacio entre clase y clase lo permitía, sí, vale, íbamos al bar. Pero a tomar cacaolats, ¿eh?

Pasados los dos primeros años me fui centrando más en el estudio y pasando un poco de la socialización. Ya sólo me comunicaba con otros seres vivos si los trabajos de clase lo exigían. Además, mi mejor amigo de la facultad lo acabó dejando. No le motivaba la carrera. No fue el único que lo dejó.

Además, debo señalar que para mí no era demasiado fácil hacer amigos en aquel ambiente. No. Imposible cuando el 90% de la clase era del sexo opuesto. Siempre fui muy introvertido, y especialmente tímido. Y más todavía si se trataba de interactuar con chicas. Así que yo era el típico chico callado, misterioso, serio, frío, distante, que llegaba a primera fila en silencio, miraba al frente, con música o sin música en sus oídos, y esperaba a que llegara el profesor. Eso podía darme un aura de misterio muy sexy o hacerme parecer un friki asocial y asesino en potencia. Creo que fue lo segundo.

Pero sobreviví. Sobreviví a esa criba social y al final, con más pena que gloria, terminé licenciándome. Las prácticas fueron un poco “poco prácticas”, y muy teóricas. Pero bueno, eso es otra historia.

La cuestión es que, aunque hoy en día todavía no haya trabajado como psicólogo, la carrera me ayudó. Me ayudó a entender muchas cosas (del comportamiento humano, obvio) y, sobre todo, hizo que me cuestionara muchas cosas en el día a día. ¿A qué me refiero? A lo que decimos, hacemos, pensamos, sentimos. A nuestras relaciones con los demás, a nuestro pasado, nuestra infancia. A nuestras ideologías, pasiones y hobbies. Nuestros vicios, placeres, rutinas, tendencias. A nuestro vocabulario, lenguaje, forma de pensar y expresarnos. A nuestros miedos, fobias y odios. En definitiva, la carrera de psicología me ha sido útil porque… no es que me haya traído nuevas respuestas, es que me ha llevado a generar más interrogantes. Soy consciente de lo que sé, pero también soy consciente de lo que no sé. Y darte cuenta de esto es todavía más revelador que lo primero.

Después de haber contado todo esto ya podéis llamarme Dani. Tú serás… no sé. ¿Lector? ¿Seguidor? ¿Esclavo? No, mejor no. Lector suena bien. Aunque parece que me refiera al lector de cds.

Escucha, lector de cds. Te contaré brevemente qué me ha llevado a iniciar este blog:

Hace un tiempo que vengo observando la necesidad de arrojar un poco de luz (psicológica) en ciertos ámbitos. Estos tres ámbitos, o áreas, o lo que sea, son:

  • Empresas (comunicación con sus empleados)
  • Independentismo (comprensión del fenómeno)
  • Feminismo (formas de comunicación del mismo)


Creo que todos los que de algún modo nos hallamos dentro (o vinculados) a uno de estos “temas” deberíamos ser sometidos a un cursillo de cosas básicas sobre psicología.

A veces suceden cosas en las redes. Bueno, a veces no. Siempre están sucediendo cosas. Sobre todo, debates y discusiones absurdas. Sobre fútbol, política, política, fútbol, fútbol mezclado con política, política mezclada con fútbol, y más concretamente y para mi interés, feminismo e independentismo(s). A priori, conceptos muy poco relacionados. Pero en realidad tienen mucho en común. Muchísimo.

Intentaré escribir sobre estos temas cada vez que suceda algo interesante. Pero de momento, os dejo esta presentación.