dilluns, 6 de febrer del 2017

Yo digo independencia, tú oyes...



El otro día mantuve un intercambio de tuits con una persona a la que tenía en buena consideración. Una persona, para mí, inteligente, sabia y experta en relaciones sociales. No tardó mucho en torcerse la cosa. En la tercera respuesta obtuve una referencia sarcástica al 3% de CiU. No venía a cuento, os lo prometo. El objeto de debate era el deber (o no) de someterse a la legalidad aun cuando quien ostenta el poder hace un mal uso de él. En ningún momento se había contextualizado nuestro diálogo en el marco político catalán.

Pero así fue. Antes de llegar a construir nada, deshizo toda voluntad de intercambio con esa referencia.

¿Cómo vamos a mantener una relación constructiva con alguien que se ve dominado por sus prejuicios y sin voluntad de escucha?

Pero éste no era el tema central de este post. El tema es el concepto de independencia como valor intrínsecamente POSITIVO.

¿O no lo es?

Porque, pensémoslo detenidamente… ¿En qué contexto la independencia de alguien es algo negativo? Como humanos, desde el momento en que nacemos, nuestro proceso evolutivo inicia un viaje sin retorno hacia la independencia. Independencia para mantenernos con vida, alimentarnos, vivir, trabajar, formar relaciones… ¿No es ése el objetivo penúltimo de todo ser vivo?

¿No aspiran las personas con algún tipo de discapacidad, por ejemplo, a la independencia, a la plena autonomía?

Si es algo tan deseable para todo individuo, ¿por qué no ha de serlo para un grupo social?

La respuesta, una vez más, la podemos hallar en el discurso de aquéllos que presentan resistencia ante tal idea. Para ellos, independencia no significa “valerse por uno mismo”. Para esas personas, cuando tú dices dependencia, ellos oyen “no colaboración”. Es en este punto donde radica el conflicto: en una mala comprensión de las necesidades de la otra parte. Porque uno no quiere la independencia para olvidarse del otro, sino simplemente para no tener que depender constantemente de una entidad externa, para tomar sus propias decisiones, para determinar su camino, para ejercer su voluntad, para hacer oír su voz, para no necesitar intermediarios, para decidir su futuro. ¿Cómo todo esto puede ser negativo si es lo máximo a lo que aspira todo individuo o colectividad?

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