Antes de nada, me presento.
Mi nombre es Daniel, tengo 30 años y una carrera
universitaria en la mochila. ¿Útil? ¿Provechosa? ¿Me da de comer? Es difícil
responder a ello (aunque no debería serlo). De comer no me da, aunque útil,
bajo mi punto de vista, sí que ha sido. Provechosa lo es en tanto que considero
que ha contribuido a formar mi personalidad, a madurarla. Creo yo que para
mejor. Es cierto que siempre quedan aspectos por pulir, pero hasta el momento
estoy suficientemente satisfecho. Me dedique o no a trabajar de ello en la
vida, el aprendizaje ha sido valioso.
Estudié psicología. Me llevó seis años terminar
la carrera. Dos más de lo previsto. De lo previsto por el plan de la carrera,
claro. Bueno, y por mí. O no. Yo no tenía nada previsto. Yo simplemente acababa
de aterrizar desde el bachillerato y ni siquiera me planteaba cómo aprobar los
exámenes. Pensaba que con estudiar siete días antes sería suficiente.
Pero no. Aunque la carrera de psicología no es
demasiado complicada, exige estudio. Repaso diario en algunas asignaturas e
“hincamiento” severo de codos en otras. Al final, después de unas cuantas
tortas y un aprobado “in extremis” en el minuto 90, acabé aprendiendo la
lección. Para mitades del segundo año ya había logrado reunir mis esfuerzos y
comenzar a aprobar. Primero las sencillas: psicología social, análisis de
datos, historia, etc. Luego redoblé esfuerzos y me fui sacando las
“complicadillas”, a saber: psicopatología, psicobiología, aprendizaje y
motivación, etc.
Mi día a día en la carrera era bastante monótono,
previsible, y muy poco socializador. Debo reconocerlo. Nunca fui un
universitario de jueves de fiesta, desmadres, bares y birras. No. Yo iba a
clase, charlaba un poco con los dos o tres amigos que tenía, atendía (dormía)
en clase, sin tomar apenas apuntes, terminaba la clase y me iba para casa. A
veces, si el espacio entre clase y clase lo permitía, sí, vale, íbamos al bar.
Pero a tomar cacaolats, ¿eh?
Pasados los dos primeros años me fui centrando
más en el estudio y pasando un poco de la socialización. Ya sólo me comunicaba
con otros seres vivos si los trabajos de clase lo exigían. Además, mi mejor
amigo de la facultad lo acabó dejando. No le motivaba la carrera. No fue el
único que lo dejó.
Además, debo señalar que para mí no era demasiado
fácil hacer amigos en aquel ambiente. No. Imposible cuando el 90% de la clase
era del sexo opuesto. Siempre fui muy introvertido, y especialmente tímido. Y
más todavía si se trataba de interactuar con chicas. Así que yo era el típico
chico callado, misterioso, serio, frío, distante, que llegaba a primera fila en
silencio, miraba al frente, con música o sin música en sus oídos, y esperaba a
que llegara el profesor. Eso podía darme un aura de misterio muy sexy o hacerme
parecer un friki asocial y asesino en potencia. Creo que fue lo segundo.
Pero sobreviví. Sobreviví a esa criba social y al
final, con más pena que gloria, terminé licenciándome. Las prácticas fueron un
poco “poco prácticas”, y muy teóricas. Pero bueno, eso es otra historia.
La cuestión es que, aunque hoy en día todavía no
haya trabajado como psicólogo, la carrera me ayudó. Me ayudó a entender muchas
cosas (del comportamiento humano, obvio) y, sobre todo, hizo que me cuestionara
muchas cosas en el día a día. ¿A qué me refiero? A lo que decimos, hacemos,
pensamos, sentimos. A nuestras relaciones con los demás, a nuestro pasado,
nuestra infancia. A nuestras ideologías, pasiones y hobbies. Nuestros vicios,
placeres, rutinas, tendencias. A nuestro vocabulario, lenguaje, forma de pensar
y expresarnos. A nuestros miedos, fobias y odios. En definitiva, la carrera de
psicología me ha sido útil porque… no es que me haya traído nuevas respuestas, es
que me ha llevado a generar más interrogantes. Soy consciente de lo que sé,
pero también soy consciente de lo que no sé. Y darte cuenta de esto es todavía
más revelador que lo primero.
Después de haber contado todo esto ya podéis
llamarme Dani. Tú serás… no sé. ¿Lector? ¿Seguidor? ¿Esclavo? No, mejor no.
Lector suena bien. Aunque parece que me refiera al lector de cds.
Escucha, lector de cds. Te contaré brevemente qué me ha
llevado a iniciar este blog:
Hace un tiempo que vengo observando la necesidad
de arrojar un poco de luz (psicológica) en ciertos ámbitos. Estos tres ámbitos,
o áreas, o lo que sea, son:
- Empresas (comunicación con sus empleados)
- Independentismo (comprensión del fenómeno)
- Feminismo (formas de comunicación del mismo)
Creo que todos los que de algún modo nos hallamos
dentro (o vinculados) a uno de estos “temas” deberíamos ser sometidos a un
cursillo de cosas básicas sobre psicología.
A veces suceden cosas en las redes. Bueno, a
veces no. Siempre están sucediendo cosas. Sobre todo, debates y discusiones
absurdas. Sobre fútbol, política, política, fútbol, fútbol mezclado con
política, política mezclada con fútbol, y más concretamente y para mi interés,
feminismo e independentismo(s). A priori, conceptos muy poco relacionados. Pero
en realidad tienen mucho en común. Muchísimo.
Intentaré escribir sobre estos temas cada vez que
suceda algo interesante. Pero de momento, os dejo esta presentación.
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